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Los distintos escenarios de Sergio Massa

Publicado el 23/08/2022


El ministro Sergio Massa se enfrenta al desafío de representar una doble personalidad en el stage político de la Argentina, como candidato presidencial (pese a lo dicho frente a la Mesa de Enlace) y ministro de Economía.

No es un secreto que la situación económica transita una peligrosa cornisa donde los márgenes de acción del Estado parecen muy acotados. El éxito de Massa sólo puede medirse con una sensible baja de la inflación que traiga aparejada una mejora de los ingresos reales, de modo de mantener a flote la esperanza electoral del Frente de Todos.

¿Cuáles son entonces las perspectivas para lo que resta del 2022 y para comienzos del año electoral? Desde el Observatorio de Políticas para la Economía Nacional caracterizamos que la inflación argentina tiene tres causas fundamentales: el exceso de emisión monetaria, la falta de reservas en dólares y la concentración oligopólica que tiene la capacidad de trasladar expectativas a precios a gran velocidad. Para saber qué depara el último cuatrimestre del año (septiembre-diciembre) debemos establecer ciertos supuestos sobre estas causas y sobre las relaciones que determinan. Dividimos nuestro análisis en un escenario base, donde el Gobierno logra pilotear la situación más o menos en las mismas condiciones actuales hasta fin de año; un escenario optimista donde se cumple el recetario económico anunciado por el Superministro y un escenario pesimista donde pese a los intentos por evitarlo, el Gobierno termina viéndose forzado a una devaluación del dólar oficial.

ESCENARIO OPTIMISTA. MASSA CAMINO A LA PRESIDENCIA

De cumplirse los objetivos y las promesas enarboladas, no deberían emitirse más pesos para financiar al Tesoro, las reservas deberían recomponerse hasta el nivel de u$s 41.000 millones y se evitaría la devaluación. En este caso, la única fuente de creación monetaria (no menor) sería los intereses de las Leliq, que aún con estos supuestos y la tasa nominal en 69,5% implican la creación de $1,8 billones hasta fin de año.

En este escenario, complementado por una política de control de precios más férrea, podemos estimar para diciembre de 2022 un dólar oficial en $ 170, los dólares paralelos (blue, MEP, CCL) alrededor de los $ 320 y una inflación desacelerando hasta el 4% mensual. Implicaría cerrar 2022 con una inflación anual del 92% y comenzar el año electoral con mejores perspectivas, siempre y cuando se sostenga el sendero de consolidación fiscal y la acumulación de reservas. El salario, arrastrado por la inercia, podría ganarle a los precios.

ESCENARIO BASE. CAMINAR POR LA CORNISA

Sería el caso donde el BCRA logre al menos detener la sangría de reservas hasta fin de año (para lo cual necesitará o bien la colaboración del campo, o bien la llegada de los recursos prometidos de organismos internacionales) y además se mantenga en niveles de emisión por motivos fiscales similares a los de comienzo de año (lo que incluyendo la venta contra pesos de los DEG que actualmente posee el Tesoro, sumaría unos $700 mil millones a la Base Monetaria). Agregando el devengamiento de los intereses de las Leliq, el total de pesos en la economía crecería $ 2,7 billones hasta fin de año.

En este escenario suponemos también que el Gobierno continuará con un esquema de control de precios similar al aplicado hasta ahora, es decir, relativamente laxo. El resultado implica que la inflación se mantenga entre el 6% y 7% mensual, nuevamente el oficial en $ 170, pero los dólares paralelos en torno a los $380. En este caso la inflación anual para 2023 alcanza 106%.

Sin duda se trata de un esquema poco sostenible en el tiempo que requeriría medidas de fondo para decantar en una estabilización "por las buenas" o "por las malas".

ESCENARIO PESIMISTA. AJUSTE CAMBIARIO POR LA FUERZA

Finalmente, el escenario pesimista decanta del agotamiento de las reservas internacionales netas, lo cual forzará antes o después una devaluación del oficial. Esto trae aparejado un freno a la sangría de dólares, pero con el costo de un nuevo salto inflacionario y recesión económica. En este escenario incorporamos además la posibilidad de que el Tesoro se quede sin financiamiento privado y deba recurrir a emitir la totalidad del déficit cuasifiscal, lo que equivale a $ 3,7 billones.

En este caso, calculamos para fin de año un dólar oficial a $ 240, un dólar paralelo a $ 410 y la inflación mensual superando el 10% lo que llevaría el valor anual hasta el 129%.

Sin duda, el escenario pesimista es aquel que deja en peores condiciones al Gobierno para competir electoralmente el año que viene, si bien podría pensarse que el restablecimiento de los equilibrios macro llevaría a una posterior estabilización. El problema radica en que los tiempos resulten insuficientes para que la gente perciba una mejora y Massa lo capitalice.

En definitiva, como se ha dicho el Gobierno se juega una bala de plata. Vale decir que de no incorporar medidas como el desdoblamiento cambiario (separando dólar comercial y dólar financiero) y el incremento de tributos progresistas, el escenario optimista deviene cada vez más en fantasía.

Por Federico Machado.

Originalmente publicado en: El Cronista.