open.economia1@gmail.com +54 9 221 - 306 - 7103

Mercosur, en busca de un nuevo destino



Publicado el 06/04/2021


Este 26 de marzo se cumplieron 30 años del acuerdo entre países de Latinoamérica, al cual se lo denominó Mercado Común del Sur (MERCOSUR), reconocido como un proceso de integración regional instituido inicialmente por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay al cual en fases posteriores se han incorporado Venezuela y Bolivia, ésta última en proceso de adhesión. Si bien es verdad que desde sus inicios el MERCOSUR ha promovido como pilares fundamentales de integración los principios de Democracia y de Desarrollo Económico, hoy tres décadas más tarde podemos ver que hay ciertas falencias, principalmente si ponemos la lupa en Argentina.

Argentina y el comercio dentro del MERCOSUR

El acuerdo fue muy bueno en los primeros años y fue incrementando el comercio en las siguientes décadas, hasta alcanzar un pico en el 2011, a partir del cual se dio un descenso de las exportaciones e importaciones en el global de los países involucrados. Si miramos períodos previos a la implementación del acuerdo, desde 1980 hasta 1990, se observa que los países que serían integrantes, exportaban un 17,8% del total de las importaciones que efectuaba Argentina en el mundo. Luego de que éste entró en vigencia, las mismas incrementaron al 24,2% en los primeros diez años para luego alcanzar un pico máximo que representaba un tercio de las importaciones que efectuaba nuestro país (34,7%), mientras que en el último período las mismas fueron de 26,7%, según datos de la CEPAL. Por otra parte, si miramos las exportaciones desde Argentina a países miembros, las mismas fueron de 11,1%, 29,4%, 22,5% de las exportaciones totales que efectuó al mundo, respectivamente para los períodos antes mencionados, exceptuando los datos actuales que son similares a la primera década del presente siglo.

Argentina, que había sido superavitaria hasta 2012, alternó en los años siguientes situaciones de equilibrio y déficit. El empeoramiento del balance comercial de la Argentina se explica por un déficit creciente con el resto de MERCOSUR, una reducción del superávit con otros países de la región y un cambio de signo en el saldo con el resto del mundo.

Rumbo Actual

Después de la celebración del trigésimo aniversario del acuerdo, existieron ciertas discrepancias entre Alberto Fernández y Luis Lacalle Pou, presidente de Uruguay, quien expresó según a su entender que el bloque regional presenta bastantes fallas, a lo que Alberto respondió con una invitación dirigida a los países que opinen de la misma manera, a salirse del mismo. A raíz de esto se generó un punto de inflexión basado en la motivación de los países involucrados de efectuar negociaciones por fuera del bloque y la reducción de aranceles externos comunes.

Una realidad que es clara para todos, es que, si cada miembro del bloque flexibiliza sus acuerdos y lleva adelante negociaciones sólo en pos de sus propios beneficios, el MERCOSUR pierde su razón de ser. Además, la matriz productiva a nivel industrial de Brasil y Uruguay difiere en gran cuantía de lo que es la de Argentina. Nuestro país tiene como principal destino de exportación a Brasil, implicando que, si se da una baja de competitividad debido a su apertura comercial, nos veamos fuertemente afectados, pudiendo desembocar en una crisis aún peor de la que venimos teniendo. Argentina por su parte ofreció la posibilidad de reducir casi 2000 posiciones arancelarias a cero, lo cual representaría la apertura sobre el 22% del nomenclador común, siendo este un objetivo bastante amplio teniendo en cuenta el contexto actual.

En la reunión del consejo industrial del MERCOSUR se barajaron ciertas medidas que deberían ser llevada a cabo para que el bloque siga teniendo continuidad, principalmente si miramos su bajo crecimiento medio (2,6%) en relación a la expansión económica mundial (3,7%) y más aún si se lo compara con el mundo emergente (5,1%), según datos del Fondo Monetario Internacional. Una vez más se deposita la confianza en organismos internacionales sobre los cuales, si prestamos atención a lo sucedido en Argentina, no queda muy claro si los fines de estos son siempre para beneficiar a los países en vía de desarrollo. Una apertura económica abrupta, como se dio en gobiernos de índole neoliberal, generaría un gran retroceso para nuestra economía, imposibilitando el cumplimiento del plan que se está llevando a cabo por el grupo económico actual para salir de la crisis estructural representada en mayor medida por la deuda externa.

Dentro de las medidas que se quieren implementar cabe destacar que muchas de ellas sí son sobresalientes y necesarias:

  1. Establecer las condiciones para impulsar la estabilidad y el crecimiento económico.
  2. Asumir e implementar compromisos que hagan realidad el libre comercio intra-bloque.
  3. Internalizar reglas y acuerdos pendientes.
  4. Potenciar la participación del sector privado en el MERCOSUR.
  5. No adoptar ninguna decisión que implique modificar o revisar el Arancel Externo Común y/o el Régimen de Origen del MERCOSUR sin conocer ni dar oportunidad al sector empresarial y privado en general para expresar su opinión.

Por su parte, no queda muy claro si “estimular la aproximación y la convergencia regulatoria” es una medida favorable para la totalidad de los miembros, dado que implica la individualidad de los países en acuerdos como el que se tiene hoy con la Unión Europea, beneficiando a algunos y perjudicando a otros.

Una vez más, y a modo de conclusión, es evidente que el MERCOSUR requiere de un cambio de timón si es que se quiere sostener el mismo, sin perder de vista las posibles causas que esto pueda generar. Si bien parecería ser una idea contundente y eficaz la quita de aranceles intra-bloque que permita incrementar el comercio entre los países involucrados, una liberalización muy grande a nivel internacional (desde el bloque hacia el resto del mundo), causaría que se debilite aún más la industria de países como Argentina y que se eche a perder todo el esfuerzo que se está haciendo por parte del gobierno para salir a flote.

Por Juan Ignacio Ruggeri