Publicado el 16/03/2021
Desde el principio de la cuarentena se habló de que existía un dilema entre salud y economía, y en los últimos días hubo declaraciones desde un sector de la oposición que plantean que la mejor manera de distribuir las vacunas era que quien la pueda pagar, lo haga, es decir que se administre de manera privada. Hoy vamos a desmentir estas afirmaciones: la vacunación pública es la única estrategia que permitirá reactivar la economía.
A finales de 2019 la pandemia comenzó a generar una crisis no sólo en Argentina sino en el resto del mundo, terribles caídas del PBI en consecuencia a los cierres de comercios y fábricas para evitar la propagación del virus. En este momento, la vacuna es la única forma de sostener un nivel de apertura que nos permita de a poco reactivar la economía, ya que hoy -después de más de un año de experiencia- sabemos que es necesario generar una mitigación de contagios, dado que de otra manera sería una catástrofe.
Para esto no sólo es necesario que exista la vacuna, sino que se garantice para toda la población, no hay otra forma de lograr una inmunización colectiva.
El Estado argentino es uno de los primeros en el mundo en tomar la decisión de comprar, distribuir y aplicar las vacunas de forma gratuita a toda la población. El objetivo es alcanzar la mayor cantidad de gente lo antes posible para dar fin a la propagación del virus.
Para esto se decidió realizar convenios con al menos cuatro de los laboratorios que estaban probando una vacuna. Se planteó no sólo apostar a uno ya que la respuesta debe ser urgente y el lema es: la mejor vacuna es “la que esté primero”. El acuerdo con Pfizer no funcionó dados los requisitos inadmisibles que planteó la empresa, pero sin embargo al día de hoy se están aplicando vacunas provenientes de otros tres laboratorios: la Sputnik-V, la Covishield y la Sinopharm, además de estar produciendo localmente la de Oxford-Astrazeneca.
Apostar en ciencia es soberanía
Para lograr estos acuerdos hicieron falta tres cosas:
En primer lugar, destinar el presupuesto necesario para poder, no sólo pagarlas, sino poner toda la logística necesaria para poder aplicarlas a un número tan grande de personas. Y acá entramos de nuevo en este dilema. Se enfrentan dos posturas: el dinero utilizado en la campaña de vacunación, siendo que va a ser gratuita para toda la sociedad ¿es un gasto o una inversión? El argumento a favor de la segunda opción es que esta campaña puede ser la única salida que permitirá hacer crecer la economía en un momento tan crítico, con tanta pobreza y tanta desocupación.
En el presupuesto 2021 se destinan más de 13 mil millones exclusivamente para la vacunación contra el COVID-19, esto representa casi un 8% del presupuesto total en salud, que por cierto, también crece en comparación a años anteriores, además de volver a ser Ministerio después de haberse transformado en una secretaría dependiente del Ministerio de Salud y Desarrollo en el año 2018.
En segundo lugar, Argentina se ofreció para ser parte de la fase 3 de muchos de estos laboratorios, para lo cual es necesario brindar a disposición hospitales y voluntarios.
Y por último, la puesta en valor y a disposición de laboratorios nacionales para la producción local de algunas de estas vacunas, como es el caso de Oxford-Astrazeneca y próximamente también la Sputnik-V, lo que permitirá al Estado dos cosas: por un lado disminuir en gran medida los costos de traslado, y por el otro aumentar la disponibilidad en un contexto de escasez global.
En Argentina ya van más de 2 millones de dosis aplicadas y más de 3 millones de dosis distribuidas en todo el país. Se está llevando adelante la campaña de vacunación más grande de la historia en hospitales, clubes, sedes gremiales y escuelas garantizándola de manera gratuita a toda la población. No existe otra manera de generar una inmunización tal que permita reactivar la industria y el comercio.
El objetivo es frenar la propagación del virus y poder de esta manera, no sólo salvar la mayor cantidad de vidas posibles, sino también apaciguar la tremenda crisis económica y social que está atravesando el país en este momento.
Por Carolina Amigo